El practicante de Reiki canaliza la energía vital a través de sus manos.
La energía se dirige al origen de la enfermedad, liberando energías bloqueadas, purificando al cuerpo de toxinas y produciendo equilibrio.
Siguiendo los alineamientos iniciales, sólo tiene que colocar las manos sobre usted mismo o sobre otra persona y el Reiki surgirá del universo (no de usted) y fluirá a través de sus manos a la parte del cuerpo que toque.
Produciendo paz, armonía y equilibrio.
La imposición de manos y otros tipos de curación con el tacto, aparentan ser igual a Reiki. Lo que diferencia al Reiki es el proceso de apertura de los canales de energía a través de los alineamientos en el sanador. Éstos no le aportan nada nuevo a la persona, sino que descubren lo que ya estaba ahí.
Es como encender una luz, la energía está presente, pero alguien tiene que presionar el interruptor para activarla. Y poco a poco empezamos a recordar nuestros poderes de sanación.
En una terapia, el paciente que está completamente vestido, puede recostarse en una cama de masajes o simplemente sentarse en una silla.
Las manos se colocan a distancia (sin tocar al paciente).
Otra variante es con las manos se toca al paciente.
Se trabaja con la energía del Universo, no con la de uno mismo. Uno sólo es un canal de transmisión de energía.
Quien no se sobrecoge por la absoluta quietud y la vastedad inconcebible del Universo…